Prólogo de la edición premiada
Alfonso Navarro nos presenta un poemario en el que destaca la incesante búsqueda de la plenitud a través de diferentes experiencias. El poeta recorre distintos estados vitales y emocionales que aparecen expresados con palabras certeras a lo largo de estas páginas, con las que obtiene el III Premio Valdemembra de poesía. En ellas, la lentitud y el silencio llegan a imponerse en algunos momentos, pero la meditación cede a la palabra, al canto que busca en la fuerza de la invocación su propia esencia. Con ritmos muy variados, conseguidos por la cadencia del verso y la combinación libre de elementos formales, Alfonso Navarro nos recrea la imagen de distintas historias en las que la felicidad o el desasosiego, la placidez o la amargura se perciben por los sentidos con la plasticidad y la frescura de sus muchas imágenes.
Entre todas las emociones, Vergé supone el ímpetu en la fuerza y el instinto de la vida; el convencimiento de que el sueño existe en la realidad. Su búsqueda lo conduce a la plenitud visionaria que identifica la realidad con el deseo: "Vi tetratréboles azules, sí que los vi./ Creedme./ Es necesario." Este momento de plenitud se quiebra en Después de Vergé donde aparecen la herida y la muerte tras la pérdida. La nada y la ausencia pasan a ser ahora las proragonistas del abatimiento del poeta que sigue recurriendo al silencio, pero ya en este caso como símbolo de la soledad. El silencio es ahora la ausencia y el vacío que hunden al poeta en la oscuridad. Comienza entonces una divagación, un deambular desorientado en el que la noche con crímenes y con crímenes y con placeres que no llegan a impactarle, que no son capaces de rescataral poeta del abismo en el que se encuentra hundido. La desorientación y la búsqueda que se iniciaron tras la pérdida de Vergé van a llevarlo por unos derroteros en los que ni la muerte, ni la vida, con sus distintas claves le procuran la plenitud que busca y que llegará fmalmente como una sacudida cuando descubre la vida en la desnudez de un cuerpo. Son estos últimos poemas de un erotismo muy intenso que se erige en la fuerza y la razón, en la guía que conduce al poeta de nuevo al optimismo vital con el que comenzó, y que cierra así un ciclo en el cual ha sufrido los estados extremos del amor y el desamor. El erotismo es la nueva razón cuya existencia no se cuestiona, sino que vuelve a tener su esencia en la identificación de los anhelos con la realidad: "Y si no quedara/ agua en las alforjas/ beberíamos sueños/ y nos arrodillaríamos/ colmados de su erotismo."
Con Lluvia del cuerpo consigue Alfonso Navarro transmitirnos las múltiples emociones de una historia vitalista en la que el poeta ha conocido los caminos sinuosos de la noche, se ha impregnado de la magia de la naturaleza -con la lluvia, con el silencio- y finalmente ha conseguido encontrar en un cuerpo toda la intensidad y la plenitud imprescindibles: "El nuevo sacramento se ha depositado en mí."
Mª Ángeles García Esparcia.Albacete, abril de 2002.
